El sonrojo común es una reacción fisiológica normal y ocasional, provocada por situaciones sociales. El simple hecho de ruborizarse no constituye un síntoma mórbido, una enfermedad o trastorno. Es más, ponerse rojo en ciertas situaciones como, por ejemplo, al ser objeto de un reconocimiento público o sufrir un percance delante de otras personas, no solo es apropiado, sino que también es esperable.
Distinto es el Rubor Facial Patológico RFP, que es aquel sonrojo que, ya sea por su intensidad o frecuencia, hace sufrir a las personas y limita su desenvolvimiento social o su desarrollo profesional. Cuando ello ocurre, las personas casi invariablemente desarrollan un Trastorno de Ansiedad Social (TAS o Fobia Social), con una prevalencia del 6%, según diversas estimaciones.
El psiquiatra Enrique Jadresic, Profesor Asociado de la Universidad de Chile y Past President de la Sociedad de Neurología, Psiquiatría y Neurocirugía de Chile indica que la causa más próxima del rubor es la vasodilatación facial, producida por las emociones autoconscientes. Estas emociones se experimentan al saber que un acto o condición individual, ya sea social o profesionalmente inaceptable, ha sido presenciado o puesto en evidencia por otros. “Los estudios muestran que, en general, los pacientes que se quejan de sonrojo, se ruborizan más y/o tienen una excitabilidad en general aumentada en situaciones sociales, en comparación a las personas que no se quejan de sonrojo. También hay aspectos genéticos en juego. De hecho, los familiares de los pacientes con Rubor patológico facial tienen más probabilidad de presentar la misma condición. Dicho esto, los factores psicológicos, factores de personalidad -como la de tipo ansiosa-, y las experiencias de vida, también son importantes. Situaciones como los cambios de colegio en la época de la pubertad o el bullying, pueden influir, favoreciendo que la persona centre su atención en el rubor y desarrolle una fobia social”, explica.
Principales síntomas
Según indica el psiquiatra, esta patología puede afectar a cualquier persona, desde niños hasta adultos mayores, aunque la gran mayoría son adolescentes o adultos jóvenes.
Algunos de los principales síntomas del Rubor Facial Patológico:
“Hay que recordar que, junto con el rubor, se experimenta una sensación muy desagradable de turbación y vergüenza, en que la persona no sabe qué hacer o decir. Esta sensación de turbación no se siente si uno se pone rojo porque hace calor, por hacer ejercicio o por tomar alcohol. Con el tiempo, las experiencias repetidas de sonrojo hacen que las personas vayan evitando cada vez más los encuentros sociales, hablar en público, dar su opinión, por temor a sonrojarse, lo que se denomina eritrofobia”, advierte.
De esta manera -agrega- de a poco se va instalando el Trastorno de ansiedad social o Fobia Social. “Hay pacientes que por el temor al sonrojo se privan de seguir estudios superiores, abandonan la universidad, rechazan mejores oportunidades laborales, ven disminuidas sus posibilidades de formar pareja, etc. Otros, en tanto, no han querido tener hijos para no heredarles la condición. Esta patología puede gatillar una depresión, porque los pacientes se van quedando en la soledad más extrema. Muchas veces por vergüenza o temor de no ser tomados en serio, no se atreven a consultar”, indica.
Tratamientos o terapias
Hay diversas técnicas psicoterapéuticas que se pueden utilizar para tratar el Rubor Facial Patológico, muchas de las cuales no van dirigidas directamente a que la persona no se sonroje, sino a través de favorecer que no le importe sonrojarse, por lo que el rubor puede disminuir. Ellas son:
Ya sabes, si padeces de Rubor Facial Patológico, hay diversas terapias para combatirlo. Lo importante es tratarte, para que este tipo de sonrojo, no limite tu día a día.