El sol nos abriga y nos ayuda a obtener vitamina D, pero también es un riesgo para la salud, ya que la exposición sin protección a la radiación UV puede provocar desde lesiones benignas a la piel, como las erupciones, hasta daños severos como cáncer a la piel.
Reacción normal y anormal al sol
Cabe recordar que la piel reacciona de manera normal a la exposición al sol, mediante mecanismos de defensa para evitar el daño producido por la radiación UV, tales como aumento de la pigmentación o bronceado y engrosamiento de la piel. Pero así también, algunos tipos de pieles, como las hipersensibles al sol, pueden reaccionar de manera anormal a la radiación solar y presentar alteraciones como la inflamación cutánea.
Es aquí donde aparecen las erupciones, como una reacción cutánea anormal a la exposición solar. “El término ‘erupción’ se refiere a la aparición y desarrollo en la piel de lesiones cutáneas variadas, como pápulas, o ‘granos’, vesículas, o ampollas, o también manchas. A veces puede corresponder a una verdadera reacción alérgica al sol”, describe la Dra. Cecilia Orlandi, dermatóloga y directora de Clínica Orlandi.
Así también, algunas personas por predisposición genética o adquirida desarrollan fotodermatosis, que son un conjunto de enfermedades de la piel caracterizadas por presentar una sobrerreacción a la radiación UV, conocidas también como alergia al sol. Por otro lado, también se puede producir fotodermatosis como reacción al consumo de medicamentos como antibióticos, antiinflamatorios, hormonas, antiepilépticos o antidepresivos, entre otros.
Erupciones en primavera-verano
“La más común de las fotodermatosis es la Erupción polimorfa solar, que es más frecuente en mujeres a partir de la segunda a tercera década de vida y puede tener antecedentes familiares”, señala la dermatóloga. La Dra. Orlandi precisa cuándo suele aparecer la más común de las fotodermatosis y cómo evoluciona: “Aparece a principios de primavera y verano, y va mejorando a medida que avanza la temporada de sol. Clínicamente se manifiesta por una erupción después de minutos o pocas horas de la exposición solar, con prurito e incluso dolor. Estas lesiones desaparecen a los pocos días sin exponerse al sol y no dejan cicatrices. Deben ser estudiadas por su dermatólogo para el buen manejo”.
Además, la hipersensibilidad al sol puede estar asociada a la aparición y/o empeoramiento de otras patologías de la piel, tales como lupus eritematoso, acné, rosácea, herpes simple o dermatitis atópica, entre otras.
Prevenir, mejor que tratar
La profesional enfatiza que la prevención de erupciones y otras alteraciones cutáneas provocadas por el sol, debe ser el foco para promover la salud de la piel. “El sentido común nos dice que todos nosotros debemos cuidarnos del sol y eso incluye buscar la sombra, usar ropa que cubra la piel, y la que no está cubierta, protegerla con fotoprotector”, subraya.
En cuanto a tratamientos, éstos dependerán de las causas. “Por ejemplo, si una persona está tomando alguno de los medicamentos fotosensibilizantes, tratar de cambiarlos; y en los casos agudos, tratar con corticoides orales y/o tópicos, antihistamínicos, según el caso, además de hidratación abundante. Es esencial alejarse del sol por unos días. En algunos cuadros en que se repiten año a año, se puede ‘preparar’ la piel, exponiendo a la persona a dosis pequeñas y progresivas de luz ultravioleta A o B, terapia que debe ser personalizada”, precisa la especialista.
Recuerda que las erupciones de la piel por exposición al sol son alteraciones que se pueden prevenir mediante el autocuidado: privilegiando los lugares con sombra, cubriendo la piel y usando filtro solar.