Limpia el rostro todos los días, tanto en la mañana como en la noche, para ayudar a remover las células muertas y evitar obstruir los poros, entre otros beneficios. Finaliza tu limpieza con agua termal o con un tónico.
Utiliza productos que contengan activos cosméticos como antiinflamatorios y antibacterianos, si es que tienes acné. Ocupa limpiadores en gel, espuma y aguas micelares.
Utiliza limpiadores que contengan algún activo hidratante o cosmético que ayude a mantener la piel más suave e iluminada como, por ejemplo, ácido hialurónico o glicerina. Puedes usar los productos en todos los formatos.
Usa productos que contengan activos más grasos o lipídicos para que refuercen la barrera cutánea, como los aceites esenciales o ceramidas, entre otros. Es recomendable que uses aceites y leches limpiadoras.
Aplícate limpiadores con fórmula hipoalergénica, sin perfume y sin alcohol. El ideal es que los productos contengan activos cosméticos calmantes, como la niacimida, entre otros. La recomendación es que ocupes limpiadores específicos para piel sensible.