El déficit atencional es un trastorno neurológico con fuerte componente genético, en que existe una alteración en las áreas específicas del cerebro que determina dificultades en atención, concentración, memoria y funciones ejecutivas, el cual puede estar asociado a hiperactividad e impulsividad. El trastorno de déficit atencional con hiperactividad (TDAH) en adultos, en tanto, está descrito como una prolongación del síndrome en niños, sin embargo, como hay prejuicios y paradigmas involucrados, en muchos casos los afectados evitan consultar oportunamente y no pocas veces, aún con el diagnóstico, evitan iniciar el tratamiento adecuado.
El Dr. Patricio Ruedi, neurólogo de Clínica Las Condes explica que este trastorno de déficit atencional afecta el rendimiento, la conducta, el ánimo y el humor que, aumentado con el estrés, puede generar síntomas de trastornos asociados, como ansiedad, depresión, trastornos del sueño, cefaleas y muchos otros.
Entre los principales síntomas del TDAH en adultos, se encuentran:
– Actividad constante, motora y cognitiva. Anticipación permanente y excesiva.
– Término prematuro de las relaciones laborales y personales. Cambios frecuentes de trabajo y despidos.
– Aversión a la espera en filas, congestión de tráfico y salas de espera.
– Reacciones violentas o inadecuadas (impaciencia, irritabilidad, intolerancia).
– Pobre manejo del tiempo, con una reacción más lenta y menos eficiente. Desorganización y olvidos frecuentes.
– A menudo parece desconsiderado.
– Mala memoria. Dispersión, dificultad para mantener atención, falta de concentración, problemas para focalizarse en una tarea específica.
– Agotamiento excesivo. Sensación de agobio, falta de tiempo, dificultad para cumplir plazos.
– Otros (terceros) dicen que es distraído(a), profesores, jefes, parejas, padres, hijos.
– Mal rendimiento académico, repitencia, riesgo de expulsión, cambios de carrera sin terminar ninguna. Fracasos, falta de constancia, errores frecuentes.
¿Cómo distinguir entre un comportamiento típico y el TDAH?
En cuanto a cómo distinguir entre un comportamiento típico y el TDAH, el especialista indica que en los pacientes adultos con TDA, los fenómenos de hiperactividad, impulsividad e inatención se distinguen de otras alteraciones o de variaciones normales del comportamiento. “El diagnóstico, en ausencia de marcadores biológicos específicos, está basado fundamentalmente en los síntomas, por lo que debe ser realizado cuidadosamente, debido a lo heterogéneo de la presentación del cuadro clínico y lo frecuente de la comorbilidad, es decir, con la asociación con otros trastornos, como ansiedad, depresión, trastornos del sueño. Existe evidencia de la relación del TDAH con el rendimiento académico y la conducta. Y los síntomas, que son clínicamente significativos, están verdaderamente asociados a riesgos psicosociales y discapacidad. El TDAH es predictor de trastornos psiquiátricos, psicológicos o de mayor riesgo de muerte”, señala.
Tratamientos del TDAH
El especialista asegura que un tratamiento para el TDAH adecuado puede cambiar el curso de este trastorno y mejorar la calidad de vida de los pacientes que lo presentan.
El tratamiento farmacológico mejora las capacidades cognitivas, corrige la conducta y disminuye los riesgos derivados de ésta, incluyendo la mortalidad, en los pacientes con este diagnóstico. “Se utilizan fármacos que por muchos años han sido revisados, evaluando la efectividad y seguridad, buscando posibles efectos adversos y complicaciones con su uso. Actualmente podemos decir que son seguros y efectivos. El más conocido es el metilfenidato pero actualmente existen alternativas que también pueden usarse en caso de contraindicación o intolerarancia a los primeros, tales como la atomoxetina o la lisdexanfetamina”, afirma.
En cuanto al tratamiento no farmacológico, si una persona tiene sospecha de tener un TDAH, el mejor de los tips es consultar y evaluarse con un experto. Buscar mecanismos de compensación de los déficits a través de la generación de hábitos, como mantener el orden, usar agenda, planificar con tiempo, evitar distractores aislándose para realizar tareas que requieran concentración. También puede ser beneficioso hacer deporte, practicar meditación o yoga. “En el adulto se pudo haber intentado todo esto, ya sea por iniciativa propia o por quienes lo rodean, el problema es que sin tratamiento farmacológico de por medio, el resultado es limitado”, advierte.
Reconocer los síntomas y estar dispuesto a profundizar en su estudio, es el inicio de la mejoría, un mayor conocimiento de sí mismo, de las habilidades y limitaciones son la clave, tanto como para buscar la manera de compensar las carencias, como para iniciar un tratamiento y evaluar el resultado.