A estas alturas, en que el proceso de vacunación en Chile ha avanzado notablemente y cerca del 90 por ciento de la población objetivo está completamente inmunizada, las personas que no se han vacunado claramente lo han decidido deliberadamente y por un tema de convicción, aseguran los especialistas. Una decisión que conlleva múltiples implicancias, ya que al no vacunarse, no sólo se corre el riesgo de contagiarse y agravarse por Covid-19; sino que también se dificultaría potencialmente la obtención de inmunidad rebaño y se hacen vulnerables los grupos de alto riesgo que, por diversas razones, no pueden recibir la vacuna.
Romina León, psicóloga clínica de Cetep indica que quienes se resisten a inmunizarse a estas alturas suelen tener argumentos que defienden con vehemencia y que les permite justificar su conducta. Una actitud que hoy está siendo de alguna manera “castigada” desde el punto de vista social y funcional, ya que en la medida que no se vacunan, estan asumiendo costos en cosas prácticas; como, por ejemplo, acceder a servicios, entrar a ciertos lugares, etc.
“Se generan limitaciones, por lo tanto, estas personas tienen que hacer un esfuerzo para perseverar en su elección de no querer vacunarse. Claramente, aquí hay una convicción arraigada, muy ligada a afectos y sentimientos. En otras palabras, estas convicciones exceden el ámbito de la argumentación racional y se arraigan en procesos afectivos, como el temor a la vacuna, por ejemplo, por considerarla experimental y no suficientemente segura para su criterio. No confían, no se fían, a pesar de la evidencia y conclusiones de las instituciones de salud”, explica.
La psicóloga señala que a los sentimientos de temor o miedo que los invade, hay que agregar la rabia, ya que sienten que los están obligando o queriendo subyugar su opinión y elección. Además, están teniendo que asumir ciertos costos como, de alguna manera, quedar aislados de la sociedad y no disfrutar de las libertades que han empezado a tener quienes sí se han vacunado. Y como se trata de una elección afectiva y no estrictamente técnica, indica, se vuelven más perseverantes, más difíciles de persuadir; por tanto, más escépticos y resistentes al diálogo. “Además de asumir un riesgo de salud, tienen que lidiar con la discriminación. Algunas personas que no se han inmunizado y con quienes he tenido la oportunidad de conversar, les pasa que han enfrentado el rechazo de sus pares, familiares y amigos. Hay cierta resistencia a compartir con ellos en situaciones sociales”, cuenta.
Dialogar es la clave
En la situación de tener cerca a un familiar o amigo con la postura de no querer vacunarse, la especialista indica que hay dos opciones; una, intentar persuadirlo o convencerlo. Y la otra, simplemente, aceptar su decisión; respetar su voluntad y no insistir.
En el primer caso, si todavía hay una posibilidad de poder convencerlo a través del diálogo, la psicóloga recomienda:
• De partida, entender que no se trata de un capricho, sino que la persona tiene una convicción basada en ciertos sentimientos, como es el miedo o temor a la vacuna. Entonces, lo primero que hay que hacer para dialogar e intentar persuadirlo, es no anular precisamente sus sentimientos, lo que siente frente al tema. Hay que validarlos y reconocerlos, porque si se le prejuzga o recrimina a priori, el otro creará una disposición defensiva y resistencia al diálogo. “Hay que tratar de no invalidarlo ni partir con una descalificación, al contrario, aproximarse con una actitud lo más receptiva y abierta posible”, aconseja.
• Darle el espacio para que se sienta escuchado y exponga sus puntos de vista. Generar un diálogo lo más respetuoso posible.
• Más allá de apelar a los argumentos racionales y técnicos como los beneficios de la vacuna contra el Covid-19, recurrir al factor emocional, en el sentido, de no enfocarse exclusivamente en el proceso de vacunación, sino en las consecuencias que ha tenido la pandemia en la vida de todos y en los esfuerzos que todos estamos haciendo para combatirla y más aún, los que debimos hacer antes de la vacuna, con las cuarentenas y el aislamiento “Apelar a los afectos en cuanto a que la otra persona vea que se trata de un esfuerzo colectivo, donde ella o él también puede tener un rol activo para superar esta crisis sanitaria. En el fondo, empoderarlos y ayudarles a conectarse con el hecho de que vacunarse tiene que ver con un esfuerzo comunitario y solidario para cuidarme yo y también a quienes me rodean”, explica.
Lo importante, agrega la psicóloga, es saber identificar el límite y entender que las relaciones humanas hay que protegerlas y cuidarlas. En ese sentido, ocupar todas las herramientas que estén a nuestra disposición para persuadir a quien no se quiere vacunar, pero también reconocer cuándo dejar de insistir. Y, si es necesario, ser capaz de llegar al punto de aceptar la voluntad del otro, así como ella o él tendrán también que aceptar las consecuencias de su decisión.
La evidencia ha demostrado que las vacunas contra el COVID-19 son efectivas y reducen el riesgo de infectarse y propagar el virus.