La depresión es una enfermedad o alteración patológica del estado de ánimo, en que lo central es la tristeza vital y profunda de la persona, con pérdida del interés y dificultad para experimentar placer en diferentes ámbitos. Esto, hasta afectar distintas áreas de su funcionamiento y que va más allá de las emociones normales en la vida de las personas como estar triste o cansado.
Entre los principales síntomas, figuran:
- Alteración de los ritmos biológicos normales de sueño.
- Disminución del apetito y deseo sexual.
- Insomnio/hipersomnolencia.
- Disminución del apetito.
- Fatiga o falta de energía.
- Tendencia al aislamiento social.
- Alteraciones cognitivas como desconcentración o dificultad para tomar decisiones.
- Puede haber pensamientos de muerte o pérdida del contacto con la realidad en los casos más graves.
Una patología que ha golpeado fuerte a los chilenos en estos tiempos de pandemia, considerando un reciente estudio realizado por la Asociación Chilena de Seguridad y la Universidad Católica, el cual indicó que 32,8% de las personas presentaron síntomas asociados a problemas de salud mental y un 46,7% presentó sospecha de depresión en algún grado.
Según explica la Dra. Beatriz Loyola, Psiquiatra de Adultos de la Universidad de Santiago y del Centro Médico Cetep, muchas son las causas que pueden generar una depresión y éstas, incluso, pueden interactuar entre ellas. “La depresión está causada por un déficit de una sustancia química en el cerebro llamada serotonina que se encarga de la regulación del estado de ánimo entre otras cosas. También existen factores psicológicos y sociales, como dificultades en las relaciones interpersonales, escasa red de apoyo, aislamiento social, bajo nivel socioeconómico, distintos eventos traumáticos a lo largo de la vida, pérdidas de personas significativas, bajo nivel educacional, niveles de estrés altos y crónicos, enfermedades crónicas (cáncer, diabetes, cardiopatías, lupus, artritis, etc.) que limiten la funcionalidad”, afirma.
Por otro lado, se le atribuye a la depresión un fuerte componente genético, dado que es más frecuente entre parientes de primer grado. También pueden verse como parte de algunas enfermedades neurológicas u orgánicas, como Párkinson o demencias. “En el último tiempo hay cada vez más estudios que relacionan la depresión con el estado hormonal, inflamatorio e inmunológico del organismo”, asegura la psiquiatra.
Tipos de depresión
La Dra. Loyola indica que la depresión se puede clasificar en leve, moderada o severa, según el número, tipo e intensidad de los síntomas, así como también por el grado de deterioro funcional:
- Existe el episodio depresivo, cuya sintomatología es aguda en un momento determinado.
- La distimia es un cuadro menos intenso, pero de mayor duración. Es importante mencionar que una persona con distimia puede desarrollar un episodio depresivo posteriormente.
- Los psiquiatras hablan de depresión bipolar cuando un episodio depresivo se presenta como parte de un Trastorno Afectivo Bipolar, cuya sintomatología puede ser idéntica en un momento, y sólo el transcurso de la enfermedad podrá hacer el diagnóstico correcto. “Es importante mencionarlo porque las depresiones bipolares tienen un tratamiento distinto que los episodios depresivos no bipolares, sin embargo, la mayoría de las personas con trastorno afectivo bipolar debutan la enfermedad con un episodio depresivo que es indistinguible el uno del otro, lo cual muchas veces hace difícil el inicio del tratamiento oportuno”, indica la especialista.
- Trastorno Depresivo Recurrente, es cuando las personas presentan más de 3 episodios depresivos a lo largo de su vida.
- Depresión endógena, se refiere a aquella depresión que no necesita un factor estresante que la gatille. Está muy relacionada a lo que se conoce también como depresión melancólica. “Se distingue así de la depresión reactiva, en la que podemos identificar un factor estresante directamente relacionado, como una pérdida o algún acontecimiento vital”, señala.
Consulta precoz: fundamental para un buen tratamiento
La Dra. Loyola advierte que lo principal para un buen tratamiento es la consulta precoz y con ello poder hacer la sospecha. La manera de tratarla según su grado de intensidad es la siguiente:
- Un cuadro depresivo leve puede tratarse con psicoterapia, es decir, un tratamiento psicológico. La psicóloga Susana Ifland, directora y past president de la Sociedad Chilena de Psicología Clínica indica que la psicoterapia apunta a que el paciente supere el episodio que lo está afectando. “La idea es ayudarlo a verse de otra manera. Se trabaja con los hándicaps que la persona tiene en contra, para que se enfrente a ellos y logre superarlos. Ahí tengo que saber cómo fue su infancia, qué respuestas ha tenido del medioambiente donde se crió y ver qué fue lo que más le faltó”, afirma.
- Las depresiones moderadas y severas requieren el uso de antidepresivos. “La elección del antidepresivo dependerá de los distintos antecedentes y características de la persona afectada. Sin embargo, los más usados son la sertralina, fluoxetina, paroxetina, entre otros, con alta efectividad y seguridad, los cuales, por cierto, deben ser indicados por un médico”, sostiene la Dra. Loyola.
- En depresiones más severas se pueden usar otro tipo de antidepresivos y hacer combinaciones de éstos. “Es frecuente también que se recurra al uso de fármacos para dormir, dado que el insomnio es muy común y su tratamiento es necesario para experimentar mejoría. Por último, se puede usar otro tipo de fármacos como antipsicóticos y ansiolíticos para manejar algunos síntomas asociados y potenciar el tratamiento de los antidepresivos. El objetivo es reestablecer el estado de ánimo y funcionamiento al que la persona tenía previo a enfermarse”, indica la psiquiatra.
Es importante mencionar que en las edades extremas de la vida como niños y adultos mayores, la depresión no se manifiesta de la misma forma, por lo que fomentar los controles regulares de salud favorece un diagnóstico precoz.