La incomodidad por dar la mano sudada al saludar, la molestia de mojar la ropa y calcetines con el sudor excesivo, aunque no haga calor ni haya esfuerzo físico, o la ansiedad propia de vivir estas complicaciones. Situaciones embarazosas como las anteriores son señales inequívocas de padecer hiperhidrosis, que es la hiperactividad de las glándulas sudoríparas que provocan sudoración excesiva y líquida en distintas partes del cuerpo.
Pero, dado que la cantidad de sudor varía según la raza, el clima o la condición física, ¿cómo discriminar la presencia de hiperhidrosis? “La hiperhidrosis debe asociarse a una sensación personal de malestar e incomodidad, por parte del individuo que la padece”, afirma el especialista, junto con precisar que la sensación de incomodidad da cuenta de una alteración patológica.
El Dr. Chávez explica que las personas con hiperhidrosis producen una excesiva cantidad de transpiración localizada o generalizada, sin que se presenten situaciones gatillantes del sudor, que es una defensa del organismo frente al aumento de temperatura corporal, como la alimentación, actividad física, fiebre por procesos infecciosos o estrés. Este mecanismo se inicia en el cerebro, que estimula vía nerviosa las glándulas sudoríparas, para que aumenten o disminuyan la producción de esta secreción.
¿Cómo se manifiesta?
- La hiperhidrosis más frecuente es la localizada, de ellas la más usual es a nivel axilar. También puede ser generalizada al comprometer manos y/o plantas del pie, cara y cuero cabelludo.
- Además del sudor abundante y en forma líquida, en ocasiones se puede acompañar de alteraciones del color del sudor, tiñendo la ropa, y de su olor, dado que el sudor normal es inodoro.
- La hiperhidrosis suele ser normal en lactantes y menores de 7 años. Pero sobre los 11 años, esta condición suele ser patológica y requiere tratamiento. En la población adulta la hiperhidrosis es menos frecuente.
Tratamientos y efectividad
- Tratamientos orales y tópicos, son los más utilizados, como antitranspirantes que contienen derivados de aluminio, en formatos crema, roll-on o spray; o la inyección de minidosis de productos que regulan el proceso de sudoración a nivel de las glándulas sudoríparas.
- Aplicación local de toxina botulínica es cada día más utilizada, sobre todo en hiperhidrosis localizada en axilas, cuero cabelludo y cara. “Es un tratamiento muy efectivo, cuya duración de efecto positivo es de alrededor de 6 meses”, indica el docente de la Usach. La toxina botulínica actúa inhibiendo la interacción entre sistema nervioso autónomo y glándulas sudoríparas.
- Si los tratamientos anteriores no funcionan, es posible realizar una simpatectomía toráxica, cirugía efectuada por un cirujano de tórax. “Es un procedimiento bastante efectivo, pero requiere una cuidadosa evaluación pre operatoria y selección de los casos que realmente justifican su realización”, advierte el dermatólogo.
- El Dr. Francisco Chávez aclara que ningún tratamiento para hiperhidrosis es 100% efectivo. “Usualmente disminuye entre un 50 a 60% la cantidad de sudoración. Este dato es importante que el paciente lo tenga claro, para tener expectativas reales”,
Recuerda: si el sudor excesivo afecta tu autoestima o te incomoda, puedes consultar a un dermatólogo especialista para diagnosticar y tratar este trastorno.