Anorexia y bulimia son complejos trastornos de conducta alimentaria (TCA). Más frecuentes en mujeres, estas patologías tienen algunas diferencias, pero sobre todo presentan similitudes en la sintomatología de la conducta, como una preocupación desmedida por el peso y la figura, obsesión por la delgadez, así como insatisfacción por la imagen corporal que puede llegar a una percepción distorsionada de la realidad.
La Dra. Nathalie Navarro, psiquiatra de Grupo Cetep, explica que los trastornos de la conducta alimentaria a menudo representan cuadros severos, incluso con consecuencias fatales. “La anorexia nerviosa es hoy la patología con mayor mortalidad dentro de todas las patologías psiquiátricas. Además, en personas con anorexia o bulimia casi siempre existe comorbilidad. Dentro de las comorbilidades más importantes podemos observar la presencia de cuadros ansiosos, trastornos del ánimo, trastornos de personalidad, consumo de alcohol y sustancias, así como trastorno de déficit atencional o secuelas de estrés postraumático”, advierte la profesional.
Diagnóstico y tratamiento
Sea el propio afectado o su entorno quien sospeche de estas enfermedades, la consulta médica debe realizarse cuanto antes, para confirmar el diagnóstico e iniciar el tratamiento. La primera consulta puede efectuarse en medicina general o en un servicio de salud primaria, donde se evaluará el cuadro y se derivará a los profesionales relacionados con la bulimia y la anorexia. Entre ellos, el médico psiquiatra cumple un importante rol para precisar el diagnóstico, evaluar si existen otros cuadros mentales presentes y definir un plan de tratamiento en el que participarán distintas especialidades médicas, como nutrición, psicología y pediatría, en los casos de menores de edad.
“El psiquiatra, en estos casos, debe, en primera instancia, determinar el diagnóstico preciso y las posibles comorbilidades. Luego, establecer las indicaciones para un tratamiento, que puede incluir el uso de psicofármacos según la sintomatología, para lidiar con síntomas ansiosos, depresivos o control de impulsos. Además, se considera la derivación a psicoterapia especializada y otras disciplinas asociadas dentro del área de la nutrición, monitorizando luego los avances y necesidades junto al equipo de profesionales”, precisa la psiquiatra.
El tratamiento de los trastornos de conducta alimentaria está basado entonces en la psicoterapia y el tratamiento nutricional, siendo el uso de psicofármacos una opción de segunda línea. “En general se recomienda utilizarlos por periodos reducidos y en caso de sintomatología grave o presencia de comorbilidades, siendo los más estudiados aquellos fármacos pertenecientes al grupo de antidepresivos ISRS y fármacos estimulantes específicos”, señala.
Recurrencia y detección oportuna
Tanto la bulimia como la anorexia son considerados trastornos recurrentes y en ocasiones pueden ser crónicos, por lo que el diagnóstico y tratamiento oportunos resultan claves para evitar recaídas. “Por ejemplo, la anorexia en adultos tiende a recurrir en un 33,5% y se mantiene de forma crónica en un 20,8%. En el caso de la bulimia, se recurre en un 27%, y un 23% evoluciona hacia la cronicidad. En adolescentes, en tanto, el pronóstico de los trastornos de conducta alimentaria es significativamente mejor, incluyendo tasas de mortalidad más bajas que aquellas de población adulta”, detalla la Dra. Navarro.
En este contexto, la profesional de salud mental llama a las familias a estar alertas ante conductas de sospecha de anorexia o bulimia, sobre todo en adolescentes, porque quienes tienen estos trastornos suelen negarlo o esconderlo. “Esto puede retrasar el diagnóstico y así empeorar su pronóstico, por ello debemos estar atentos y observar, recordando que conversar de salud mental puede salvar vidas”, concluye la Dra. Nathalie Navarro.
Recuerda que anorexia y bulimia son trastornos severos, los que requieren de atención médica multidisciplinaria oportuna, en la cual el médico psiquiatra cumple el rol de precisar el diagnóstico y definir el tratamiento.