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Aprende a preparar chucrut casero

Lo primero que debes saber es que no se trata de una preparación rápida. Pero no te asustes porque es una receta muy sencilla pero, como toda fermentación, requiere de tiempo. En el caso del chucrut, requiere un mínimo de dos semanas.
Los alimentos fermentados se elaboran mediante la actividad y crecimiento de distintos microorganismos, como levaduras, hongos y bacterias. En el caso del chucrut casero, las bacterias consumen el azúcar del repollo y producen ácido láctico a través del proceso de lactofermentación. Por lo tanto, es considerado un probiótico porque está compuesto por lactobacilos que son bacterias que contribuyen a la generación de enzimas digestivas. Estas últimas favorecen la asimilación de nutrientes, ayudando en los procesos digestivos, por lo que contribuyen a evitar problemas estomacales como gases, estreñimiento, hinchazón o inflamación, entre otros.

Mauricio Ríos, nutricionista y docente de la Pontificia Universidad Católica de Chile, señala algunos de los múltiples beneficios que proporciona el chucrut casero a nuestra salud: “Fortalece el sistema inmune gracias a que es rico en vitamina C; favorece la salud ocular, así como el buen funcionamiento de los riñones, pulmones y corazón, ya que es alto en vitamina A; reduce los niveles de inflamación en el organismo; e incrementa la actividad bacteriana del intestino”.
El nutricionista agrega que 100 grs de este alimento aporta alrededor de 21 kcal, 0,6 mg de hierro, 3 g de fibra, entre otros nutrientes.
Ahora que ya sabes parte de la larga lista de beneficios del chucrut casero, ármate de paciencia para ver los resultados de esta receta después de varias semanas.

Ingredientes: 
1 repollo
Sal gruesa (2% del peso del repollo)
Agua hervida y enfriada
Preparación:
Elimina el tallo, la parte blanca del corazón y las hojas exteriores que estén feas. Después de este procedimiento, pésalo para calcular la cantidad de sal que necesitarás porque tiene que ser el 2% del peso de la verdura. Por ejemplo, 1 kg de repollo necesitará 20 gramos de sal.
Parte el repollo por la mitad y córtalo en tiras muy finas (puedes usar un cuchillo muy afilado o una mandolina). Una vez superado este paso, colócalo en un recipiente hondo, ojalá de vidrio. Añade la sal y masajea con las manos limpias para que la sal abarque todo el repollo. Es importante que en este paso apretes con fuerza con el fin de ayudar a soltar los jugos. Deja reposar al menos unas 3 horas, tapado con una hoja de repollo entera y encima un paño de cocina y algún elemento de la cocina que le dé peso. Durante este tiempo el repollo deberá haber sudado lo suficiente como para cubrir con sus líquidos toda la verdura. Si esto no ha sucedido, puedes agregar agua hervida ya enfriada con sal (1 litro de agua por 15 gramos de sal).

Vierte el repollo seco en un frasco, presionando hacia abajo ya sea con una cuchara o con un mortero, con el fin de eliminar los espacios de aire que puedan quedar. Cubre la verdura con su líquido y para asegurarte de que realmente esté sumergida, puedes agregar una hoja de repollo doblada sobre la verdura que estaba macerada y luego cierra el frasco de manera hermética. Guárdalo en un lugar donde no le llegue la luz como, por ejemplo, la despensa. Eso sí, debes abrirlo todos los días por unos pocos segundos, con el objetivo de ir eliminando los gases que se van generando durante el proceso.

Mantenlo así, por lo menos, por dos semanas y si es un mes, mucho mejor.  Cuando obtengas tu delicioso chucrut casero, utilízalo para acompañar carnes, pescado, ensaladas e innumerables preparaciones saladas.

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