Acostarse, apagar la luz y procurar dormir, puede convertirse en una verdadera pesadilla para quienes comparten la cama con alguien que ronca. Esta “característica” no es simplemente una molestia para la persona con quien comparte el dormitorio, sino que debiera ser un motivo de preocupación por la salud del roncador, ya que una de las patologías asociadas es la apnea del sueño.
Esta alteración consiste en la ocurrencia de repetidas pausas en la respiración mientras se duerme, interrupciones que se presentan con ronquidos. “La apnea del sueño consta de episodios repetidos del cierre o disminución del flujo o entrada del aire mientras dormimos. Esto provoca la disminución del oxígeno en nuestra sangre y, además, la disrupción del sueño”, explica la Dra. Vivian Wanner, neuróloga de Clínica Las Condes.
Se trata de una enfermedad de alta frecuencia en Chile y el mundo: una de las tres patologías respiratorias más recurrentes, luego del asma bronquial y de la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), y uno de los principales trastornos del sueño, junto al insomnio.
Según cifras de GlobalData de 2019, unos 900 millones de personas adultas en el mundo presentan apnea de sueño leve a moderada y cerca de 400 millones de adultos, hombres y mujeres, tienen una apnea moderada a severa. “A partir de los 30 años comienza a aumentar el riesgo de apnea del sueño en mujeres y hombres, independiente del grado de severidad”, advierte la Dra. Vivian Wanner.
La apnea del sueño es más frecuente en hombres que en mujeres, “Pero esa diferencia cambia en los períodos de la menopausia y posmenopausia, por los cambios hormonales, en los que las mujeres en esas etapas tienen 2,6 veces más riesgos de apnea que las mujeres premenopáusicas”, agrega la experta.
Ronquidos, ¿cuándo indican apnea?
El síntoma distintivo de esta alteración del sueño son los ronquidos. “Roncar no es normal, en ningún tipo de frecuencia, intensidad y en ninguna de sus formas. Ocurre porque algo en nuestra vía aérea, desde la nariz a la faringe, está obstruyendo el paso del aire, lo que provoca la vibración y sonido que conocemos como ronquido. El solo hecho de roncar amerita un estudio del sueño”, enfatiza la profesional.
Si los ronquidos se acompañan con pausas en la respiración, respiración ruidosa o entrecortada, esos indicadores dan cuenta de una alta probabilidad de apnea del sueño, la que se debe diagnosticar y confirmar con un estudio del sueño.
Factores de riesgo modificables
La Dra. Wanner indica cuáles son los factores modificables de la apnea del sueño, o aquellos que podemos revertir con cambios en nuestros hábitos de vida.
Factores de riesgo no modificables
También existen factores propios de la condición del paciente, tales como:
Principalmente, la apnea del sueño se clasifica en cuanto a su severidad, que puede ser leve, moderada o severa. “Se evalúa por la cantidad de eventos respiratorios (pausas) por cada hora de sueño. Lo normal es menos de cinco eventos por hora, sobre eso ya comienza una apnea del sueño leve”, indica la Dra. Wanner. Además, existe una apnea ligada al sueño REM o profundo y otra de tipo postural, como los casos en que se ronca al dormir boca arriba, mientras al hacerlo de costado cesan los ronquidos.
Otros síntomas
El roncar no es el único indicador de la apnea del sueño, ya que este trastorno también suele manifestarse con los siguientes síntomas:
Además, un trastorno asociado a la apnea es el bruxismo nocturno o el acto involuntario de apretar y rechinar los dientes al dormir. “La principal causa del bruxismo del sueño son los trastornos respiratorios del sueño. El apriete dentario abre la vía aérea, lo que permite al paciente respirar mejor”, dice la Dra. Wanner.
Impactos de la apnea del sueño
La apnea del sueño está asociada al desarrollo de complejos riesgos de la salud, tales como una mayor predisposición a tener obesidad, problemas con el ritmo e insuficiencia cardiacos, alteraciones metabólicas como resistencia a la insulina y diabetes, mayor riesgo de accidentes de tránsito por somnolencia, presión arterial elevada y una mayor predisposición a infartos, hemorragia cerebral y demencia.
Diagnóstico y tratamientos
Junto con conocer el historial y condiciones del paciente, la apnea del sueño se diagnostica en consulta de neurología a través del examen Polisomnografía, en el cual el paciente debe dormir toda una noche en un laboratorio especializado, conectado mediante cables y sensores a un equipo que monitorea su sueño. “Es un examen bastante completo que nos permite diagnosticar la apnea del sueño y la severidad de este trastorno”, afirma la especialista.
Respecto de las opciones de tratamiento, éstas dependerán de la gravedad de la apnea y de otras condiciones del trastorno. El tratamiento de la apnea del sueño es multidisciplinario, por lo que siempre debe considerar una evaluación con un otorrinolaringólogo, quien evaluará la vía aérea del paciente y podría definir, en algunos casos, si se requiere de una eventual corrección quirúrgica para condiciones anatómicas que estrechan la vía aérea, como amígdalas grandes o mandíbula pequeña.
Cuando la cirugía no es opción terapéutica, existen dos grandes líneas de tratamientos. Una de ellas son los dispositivos que entregan aire a presión positiva constante en la vía aérea durante la noche, llamados CPAP. Otros dispositivos son los de avance mandibular, los que modifican la posición de la mandíbula para favorecer el paso del aire. “Para el uso de ambos dispositivos es necesario complementar el tratamiento con terapia miofuncional, realizada por fonoaudiólogos, para mejorar la función de los músculos de la faringe y así mejorar la apnea”, finaliza la Dra. Wanner.
Ya lo sabes, roncar no es normal, por lo que es aconsejable consultar con el especialista.