La medicina ha definido al dolor crónico como todo aquel que persiste más allá de tres meses. Pero la experiencia de quienes lo sufren a diario dice mucho más que la definición. Bien lo saben las personas que deben enfrentar cada día los complejos impactos de esta afección, que puede provocar discapacidad.
Dolor agudo y dolor crónico
A diferencia del dolor agudo que es un síntoma de alguna enfermedad, cirugía o trauma, como un golpe o fractura, y que luego del tratamiento desaparece, el dolor crónico perdura en el tiempo y constituye una patología por sí solo. A su vez, está asociado a otras enfermedades y va degradando la salud y calidad de vida de las personas.
En el caso del dolor crónico que no está asociado a cáncer, se presenta principalmente en mujeres de la tercera edad y suele estar relacionado con enfermedades de tipo músculo esquelético. “En primer lugar está el lumbago, luego la artrosis de rodillas o cadera, síndrome del hombro doloroso, fibriomialgia y síndrome de dolor miofacial, entre otras”, dice la Dra. Delia Ruiz, médico fisiatra del Hospital Clínico U. de Chile, del Hospital Clínico San Borja Arriarán y vicepresidenta de la Asociación Chilena para el Estudio del Dolor y Cuidados Paliativos (Ached-CP).
Cambios en estilo de vida
A modo de tips, la Dra. Delia Ruiz propone las siguientes medidas relacionadas con modificar nuestras rutinas para lograr un estilo de vida saludable y contar con atención médica especializada. En su conjunto, son efectivas para disminuir la intensidad y la percepción del dolor.
“Es importante evitar que la persona se frustre, deambule de médico en médico buscando una explicación, llenándose de exámenes y tratamientos que tal vez no sean los más indicados para su enfermedad”, concluye la Dra. Delia Ruiz.
Recuerda que el dolor crónico no oncológico es una enfermedad
que requiere de atención médica especializada para elaborar un tratamiento que permita disminuir su intensidad y la percepción del dolor.