A partir de 2018 la Organización Mundial de la Salud (OMS) empezó a considerar el lipedema como una enfermedad crónica y progresiva, que consiste en una acumulación anormal de grasa en las extremidades superiores y/o inferiores, respetando las manos y pies, que provoca síntomas como dolor, pesadez, cansancio, hinchazón y moretones de fácil aparición, y que se vuelve resistente a los tratamientos metabólicos habituales, como ejercicios, dietas e, incluso, cirugías bariátricas.
El lipedema puede presentarse en muslos, glúteos, en la parte inferior de las piernas, brazos, o también darse una combinación de todo esto. Pero una de sus características principales es que siempre es simétrico, es decir, si está afectando un muslo, también afecta al otro.
El Dr. Nicolás Pereira, cirujano plástico y director médico de Clínica Nea y del Centro Especializado en Linfedema y Lipedema (ceLL) explica que el lipedema se debe a una causa multifactorial, donde están involucrados factores genéticos principalmente, más componentes hormonales y ambientales. “Esta patología afecta casi exclusivamente a mujeres. Si uno empieza a ahondar en la historia familiar de las pacientes, se da cuenta de que lo presenta la mamá, la tía o la hermana, entre otras. Aparece habitualmente en la pubertad con los cambios hormonales, o también en la menopausia, y es más frecuente verlo en pacientes con sobrepeso y obesidad con estilos de vida más sedentarios. El factor ambiental podría influir en que el lipedema debute, se desencadene y progrese más rápido”, indica.
Efectos en la salud
El Dr. Pereira afirma que, al tratarse de una enfermedad, el lipedema compromete significativamente la calidad de vida. “Son pacientes que tienen mucho dolor, pesadez en las piernas y con el tiempo se va limitando la movilidad para ciertas actividades físicas. De no tratarse a tiempo, puede empezar a fallar el sistema linfático y transformarse en lo que se denomina lipo-linfedema”, advierte.
Diagnóstico y tratamientos
El especialista indica que el diagnóstico del lipedema se hace con criterios clínicos en la consulta, el cual debe realizar un médico especialista, ya que aparte de una desproporción de la distribución de grasa, se trata de una grasa sintomática que tiende a acumularse por años. “Se estima que las pacientes demoran entre 10 a15 años antes de llegar a un diagnóstico, ya que tienden a normalizar sus síntomas”, afirma.
En cuanto a los tratamientos, hay 2 tipos:
Tratamiento conservador o no quirúrgico, que apunta a manejar los síntomas, pero no detiene la enfermedad. Está la terapia por parte de kinesiólogos y una alimentación antiinflamatoria, como las dietas keto o mediterránea, que son bajas en carbohidratos procesados, ricas en proteínas, pescados, ácidos grasos poliinsaturados y verduras. “El manejo debe ser multidisciplinario, y muchas veces requiere también de apoyo psicológico porque son años de frustración, de culpa, pensando que esto es obesidad, de que algo están haciendo mal”, señala.
Cirugía, que consiste principalmente en sacar la grasa enferma con una técnica denominada liposucción selectiva, que no daña el sistema linfático, detiene la progresión de la patología y apunta al manejo de los síntomas, como dolor, pesadez, cansancio y moretones. “Es una cirugía reconstructiva que mejora la calidad de vida y, de manera secundaria, el aspecto estético”, afirma.
Como advertencia, el Dr. Pereira llama a estar atentas a las señales de alerta y a no normalizar la distribución atípica de grasa en las extremidades, que impidan, por ejemplo, ponerse botas, un pantalón pitillo. O que al final del día los calcetines dejen marcas en las piernas, o tener que comprar pantalones de talla más grande, para luego ajustarles la cintura.
Y si esto va acompañado de síntomas como los mencionados anteriormente, consulta con un especialista en lipedema porque no es normal.